La desaparición de las llamadas “escuelas de tiempo completo” ha provocado algunas reacciones, por parte de quienes opinan que se trata de un retroceso en el modelo de enseñanza en el nivel de escuelas primarias, que bajo este horario, desde el año 2012 en que fue aprobado a nivel federal estuvo vigente, hasta hace poco más de dos años.
Siempre funcionó con deficiencias de distintos tipos, pero que tenían su origen en un presupuesto que no alcanzaba para cubrir todos los gastos de la amplitud de la jornada o para la alimentación de los educandos.
El esfuerzo era intenso y terminó por sucumbir ante la Cuarta Transformación, que decidió que en este año, el programa que ya no funcionaba, fuera eliminado por completo del gasto federal 2022, mientras que los recursos que estaban asignados dentro del presupuesto de egresos de la federación –PEF- aprobados desde el año anterior, se canalicen a mejoras de la infraestructura educativa.
Para ser un régimen donde se ponen a consideración de la sociedad nacional los grandes temas, pasar la desaparición de las escuelas de tiempo completo “por boba”, se convierte en un rotundo mentís a la doctrina Amloista.
¿Dónde?… ¿Cuándo?… ¿Cómo?… ¿Quiénes?. Nadie fue tomado en cuenta para tomar esta decisión que bien merecía una consulta nacional para conocer las opiniones de los alumnos, maestros y de los propios padres de familia.
De especialistas en materia educativa y de ver además, estadísticas en manos, los resultados del proceso enseñanza- aprendizaje, en todas las escuelas primarias que fueron incorporadas al esquema de tiempo completo, para entender mejor si los alumnos se estaban beneficiando con este horario ampliado.
En los Estados Unidos de Norteamérica, de donde me parece que importaron el modelo de escuelas de tiempo completo, los alumnos pasan la mayor parte del día en los planteles, sometidos a una disciplina que no admite relajamientos, ni de ellos, ni de los maestros, en aras de contar con estudiantes más preparados para escalar niveles máximos de estudios.
Y en México, ya se estaba avanzando en este modelo, que lamentablemente, por esa ruinosa competencia entre partidos y políticos, se ha convertido en una tradición echar abajo lo que hicieron los anteriores.
La pandemia que llevó a una incipiente educación a distancia, dando tropiezos por el desconocimiento de las tecnologías digitales y las deficiencias de internet, han provocado un estancamiento en la educación, pese a las alegres cuentas oficiales; hay muchos alumnos que en las escuelas hacen lo que pueden por no aprender, pese a la vigilancia estrecha de los maestros y maestras y que en sus casas… hacen lo que quieren, menos estudiar.
Una vez que se declare al país libre del Covid 19, si es que no surge otra pandemia, habrá falta reforzar el sistema educativo y los planes de estudios, en la idea de recuperar un valioso tiempo que se ha perdido; eliminar las escuelas de tiempo completo, es un equivalente a cerrar escuelas, dando paso a una situación que refleja retroceso, pero que repito, ante todo debió consensuarse con la sociedad nacional.
Creo que en estos momentos, es más importante una consulta sobre las escuelas de tiempo completo, que sobre una revocación de mandato que no va a ocurrir, por lo tanto, todo lo que se haga y diga al respecto, no será más que puro circo, maroma y teatro.