Ciriaco Navarrete Rodríguez
Para que la razón sea el fundamento del periodismo moderno, quienes ejercemos esa noble profesión, debemos entender que existe una clara evolución del pensamiento humano, por lo cual tanto las y los periodistas jóvenes como los viejos debemos de entender claramente que nuestro trabajo debe ser correctamente interpretado por las y los compatriotas que se dedican a las labores políticas, así como los gobernantes que deben ajustar el ejercicio del poder público a los actuales avances tecnológicos, educativos y culturales, los cuales, deben ser fortalecidos por el sagrado valor de la verdad.
La historia de la humanidad registra diversas formas de comunicación social, cuyos orígenes estuvieron plagados de tratos ortodoxos y autoritarios por quienes originalmente ejercían el poder público y de manera muy arbitraria se asumían como semidioses y lo hacían así para hacer que sus gobernados obedecieran ciegamente sus caprichosos dictados.
La humanidad actual y, particularmente, muchos de los gobernantes, cuando son cegados por el poder público se asemejan mucho a los gobernantes de aquellas épocas ancestrales que ya deben ser totalmente superadas mediante la adopción de pensamientos éticos con los que se valoren plenamente nuestros derechos humanos, civiles y las garantías constitucionales que rigen el comportamiento personal y social de todos los habitantes del planeta tierra en su conjunto, así como de todas las naciones que, como México, forman parte integral del mundo de nuestro tiempo.
Agradezco en todo lo que vale a quienes han acudido a mí para pedirme los consejos que estoy señalando en el presente trabajo editorial y, por eso mismo, me permito sugerirles que hagamos a un lado los enconos sociales, políticos y gubernamentales para no caer en el perverso juego de aquellos compatriotas que de manera insensata siguen inmersos en la indeseable confrontación humana.
También debemos entender que en algunos casos la referida confrontación tiene su origen en acciones egoístas que impiden el correcto entendimiento y la ética con la que invariablemente ellos y nosotros debemos conducir nuestro trabajo periodístico a efecto de no alentar los enconos públicos y sociales que a veces se originan en condenables acciones y perversiones familiares.
Por otra parte debemos asumir categóricamente que como periodistas no debemos alentar la violencia entre nuestros semejantes porque ese es un ingrediente indeseable de los enconos que suelen transitar de los enojos simples a las confrontaciones trágicas que se siguen dando con mayor abundancia en las
sociedades que aún no han logrado avances significativos en el desarrollo de la personalidad de muchos de nuestros iguales.
A propósito de nuestros rezagos y retrasos en la educación y la cultura mexicanas, en primer lugar, debemos aceptar que la integración de la República Mexicana, surgida a partir de la independencia nacional en el año 1821, ha evolucionado con lentitud y muchos tropiezos que todos los periodistas debiéramos conocer para poder comprender esa atropellada dinámica del desarrollo nacional.
Además del fallido imperio que Agustín de Iturbide quiso imponer como forma de gobierno de los primeros años del México independiente, surgió una nueva confrontación médica encabezada inteligentemente por el general Don Vicente Guerrero, quién fue plenamente respaldado por generales y militares que rechazaron radicalmente las pretensiones imperiales del nefasto Agustín de Iturbide.
Además de lo anterior, es conveniente comprender que durante la primera etapa del México independiente prevaleció la estructura constitucional que nos heredó el Congreso de Chilpancingo, que redactó la constitución que fue promulgada por Morelos en Apatzingán, Michoacán, el 18 de octubre de 1814.
Aquella estructura jurídica constitucional se redactó con base en el Modelo Agrario Democrático de la Pequeña y Mediana Propiedad de la Tierra, y así permaneció en las demás constituciones reformadas hasta el año de 1857.
En ese año fue reformada y redactada la Constitución Juarista con apego jurídico al modelo agrario de la pequeña propiedad de la tierra, y esa carta verdaderamente Magna fue derogada hasta el día 1 de mayo de 1917, fecha en que también se canceló la legislación democrática que prevaleció desde la constitución de Apatzingán, hasta que erróneamente fue desechada por los congresistas Bolcheviques que redactaron la constitución referida y que por cierto, para desgracia de los mexicano, está en pleno vigor.
Si bien señalo que es una desgracia para los mexicanos, se debe a que la Constitución de 1917 fue redactada con apego al Modelo Agrario Ejidal y Comunal, el cual, no nos garantiza ninguna legitimidad en el derecho de la tenencia tierra y, por tal motivo, el campo mexicano históricamente ha estado teñido de sangre como consecuencia de las confusiones jurídicas que son desconocidas por el pueblo mexicano debido a que la cultura de la legalidad popular es ignorada por el pueblo y hasta por los destacados académicos mexicanos.
Los periodistas debemos apropiarnos de la cultura jurídica que notoriamente le hace falta al presidente López Obrador, quien para fortalecer el régimen de gobierno tan fuerte y popular que está creando, entre todos los mexicanos debemos aconsejarle que aproveche la fuerza legislativa que tiene para que recuperen las bases legales de la Constitución Juarista, con el fin de que todos nosotros recuperemos la solidez
jurídica del derecho de la tenencia de la tierra, para lo cual adicionalmente es necesario desechar el Modelo Agrario Ejidal y Comunal.
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