Por Aristeo Manilla
Un Presidente de la República siempre es motivo de preocupación al término de su mandato, porque es cuando generalmente toma las decisiones más difíciles o de mayores repercusiones, que dejan a sucesor en términos de lo que se conoce como “la víbora chillando”.
Le comento esto tras ver la situación en que se encuentra el presidente de México Andrés Manuel López Obrador con el Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica y otros funcionarios a quienes se ha atrevido prácticamente a desafiar e inclusive insinuar la suspensión de las relaciones diplomáticas, por su atrevimiento al criticar el tema de la Reforma Judicial.
Lo anterior tras varias situaciones que no fueron manejadas con la diplomacia acostumbrada por el Presidente de México, quien si bien no tiene por qué estar supeditado o sometido ante el gobierno del vecino país, sí tiene por el bien de nuestra nación, la necesidad de promover una relación estable y en términos de mayor cordialidad.
Cualquiera sabe que Estados Unidos de Norteamérica es el principal socio comercial de México, hacia quien se dirige casi el 75 por ciento de las exportaciones, lo que significa que su impacto en la economía nacional es de muy alta relevancia para el bienestar y desarrollo de nuestra nación.
Duele la cabeza tan solo de pensar en un rompimiento en las relaciones de ambos países donde lógicamente que México llevaría la peor parte, es difícil imaginar la fuga de capitales norteamericanos y los cientos o millones de empleos que quedarían en el aire si las empresas de ese país deciden retirarse, al no ver una seguridad aquí donde han permanecido por largas décadas.
Ni Rusia, ni Venezuela, ni Cuba entre otros países con quienes México sostiene actualmente una cariñosa relación diplomática tienen la capacidad de reponer los capitales norteamericanos que funcionan actualmente en este país y que generan empleos y bienestar para la población.
De tal suerte que la diplomacia internacional tiene más que ver con la conveniencia de la economía del país que en la simpatía con las ideologías de otros mandatarios, que en este caso están total y diametralmente chocados con los Estados Unidos de Norteamérica.
Tal vez el agua no llegue el río pero preocupa ver la falta de tersura para manejar algunos temas que pudieran ser objeto de un trato más terso, que refleje complacencia por la vecindad con el país más poderoso del mundo y que al mismo tiempo, es nuestro principal socio comercial
Lo cortés en ningún momento quita lo valiente y una buena demostración de autonomía y defensa de la soberanía nacional, sería echar abajo algunos acuerdos de un desventaoso tratado de libre comercio que nos mantiene postrados ante los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica y de Canadá, esa sí sería una excelente muestra de liderazgo nacional, lo otro las diferencias políticas entre los líderes nunca pueden ni deberán estar por encima de los intereses de la nación.
No podemos olvidar que tenemos a millones de compatriotas alojados de manera ilegal en territorio norteamericano y que se crearía un problema del tamaño del mundo si el Tío Sam decide comenzar con deportaciones masivas que afectarían de manera rotunda el desarrollo de México, porque simplemente no tendríamos ni escuelas, ni hospitales, mucho menos fuentes de empleo para recibir a esos paisanos, que ahora tienen condiciones más dignas de vida que aquí gracias a la benevolencia de la nación vecina.
Esto es lo que preocupa y que por otra parte, podría significar el inicio de una persecución del gobierno norteamericano en contra de AMLO en cuanto termine su mandato: por lo pronto LÓPEZ OBRADOR anunció a inicio de esta semana que las relaciones diplomáticas de México con USA están “en pausa” o sea suspendidas, hasta que no se produzca una rectificación de las expresiones del gobierno norteamericano cobre los efectivos negativos que advierten de la Reforma Judicial.
Y unas palabras siempre llevan a otras de mayor talante, de tal modo que estamos ante un problema que podría complicar más la relación entre ambos países, al inicio de la nueva administración federal, porque difícilmente el departamento de Estado Norteamericano se va a echar atrás en sus expresiones y el Presidente LÓPEZ OBRADOR… ¡menos!.