Tienen mucha razón los colectivos de desaparecidos en México cuando protestan por la inutilidad de las pesquisas en la localización de sus seres queridos, trauma que se convierte en infierno acrecentado con políticas públicas y expresiones de los más altos niveles de gobierno, que aparte de no resolver, ofenden la dignidad y el sentido común de las familias envueltas en esa lacerante realidad.
Un tema bastante polémico, donde ningún gobierno podrá presumir de cuentas alegres en los resultados, ni siquiera en los números que presentan y que restan mucho de estar cerca de la verdad.
Los gobiernos de todos los colores siempre han buscado minimizar las cifras de desaparecidos, lo que se les facilita, porque en buena medida, siempre con la esperanza de recuperarlos, sus familiares no denuncian, lo que se da al menos en un 30 por ciento de los casos.
Y del 70 por ciento restantes ¿cuántos se resuelven de tal forma que sino contentas, las familias queden cuando menos satisfechas?… ¿un 5, o un 10 por ciento?.
Cuando andan en campaña, los políticos siempre tienen una óptica diferente a la que emplean cuando están en el poder, como decir, no es lo mismo borracho que cantinero.
Porque una vez en el poder, hacen lo que antes criticaban, maquillar cifras y tratar de esconder el amargo rostro de la realidad.
Tamaulipas es uno de los estados con mayor número de personas desaparecidas en las últimas dos décadas como resultado de la violencia, en un porcentaje que compite con las muertes que dan por enfrentamientos entre grupos del crimen y corporaciones policiacas y militares.
Eso lo sabemos bien y también se entiende la incapacidad de todos los niveles de gobierno para poner un policía a cuidar a cada ciudadano, eso no se discute, lo que si fastidia es ese ánimo obcecado por querer figurar escenarios que no corresponden con lo que la gente mira y siente.
No hay necesidad de recortarle a los hechos o ponerles de más; esta es la causa por la que los familiares de los desaparecidos se sienten ofendidos y molestos.
En los últimos días se han realizado protestas por estos motivos, pero sin resultados, porque no hay estrategias y parece que ni presupuesto suficiente; una vez escuché a un funcionario decir que había que elegir entre invertir en las personas vivas o en muertos y desaparecidos.
Razonamiento que no justifica la incapacidad para dar una respuesta medianamente satisfactoria en torno a este tema, pero que finalmente se aplica.