Las jornadas de auscultación y proselitismo de las precampañas de aspirantes a cargos de elección popular en el 2024 darán inicio el mes de noviembre, lo que como usted y yo sabemos, solo es una pantomima, porque los pretenciosos van a andar ya desbocados, prometiendo las perlas de la virgen.
Y aquí es, cuando el pueblo debe levantar la vista… y la voz.
Para que desde un principio, todo aspirante, hombre o mujer, que se acerque en plan de convencimiento, debe firmar un acuerdo, donde se comprometa a resolver las necesidades más sentidas del pueblo y comenzar a dar soluciones en los primeros meses de gobierno.
Porque ocurre que… los electores se vuelven pura ternura con los candidatos de sus preferencias y se vuelven incapaces de someterlos al esfuerzo de comprometerse.
Luego, se andan quejando que ya en el gobierno no les resuelven en la medida de sus necesidades o peticiones, cuando por aplaudir y lanzar porras en pre campaña y en campaña, dejan ir la inestimable oportunidad de forjar compromisos, lo que pueden hacer sin mayor problema, con todos los aspirantes y una vez ya como candidatos.
Los ciudadanos están acostumbrados a otorgar el voto, como si fuera un cheque en blanco, por eso después hay decepciones, propiciadas por los propios hombres y mujeres que con la boleta electoral ejercida, eligen a sus gobernante y luego los sueltan, sin atreverse a recordarles que hay asuntos que tienen pendientes con grupos de la sociedad y personas en lo particular, que bajo un interés lógico les dieron el apoyo en las urnas.
Porque ahí es donde falla la sociedad; este es un tema que he tocado varias veces tanto en mis escritos como en reuniones con políticos y miembros de la sociedad local que como una letanía, nunca dejan de quejarse, sin darse cuenta que ellos tienen gran parte de la culpa, por no dejar las cosas bien claras.
He aquí la oportunidad de corregir esto y de sentar una nueva cultura política, fundada en las amargas experiencias que han causado muchas amarguras por el candor de los electores que no se han cansado de tropezarse docenas de veces con la misma piedra.
Y mientras que no pidan una garantía por anticipado, no estén esperando que las cosas cambien.
Para todo lo que vale la pena en esta vida, hay que tener valor.