A lo largo de la historia desde su nacimiento el 7 de junio de 1938, con facultades plenipotenciarias para explotación de hidrocarburos contenidos en el subsuelo nacional, Petróleos Mexicanos ha sido tildada de ser una empresa sin misericordia y respeto por las más elementales normas ambientales.
Por donde quiera que pase PEMEX contamina y donde quiera que se encuentre, hace lo mismo.
Lo más grave es que no hay ninguna autoridad en este país que sea capaz de meter en cintura a esta empresa, que de paraestatal, pasó a ser una empresa productiva del estado, una persona moral de derecho publico controlada por el Gobierno Federal, sin ser considerada una entidad paraestatal, con personalidad jurídica y patrimonio propios, con autonomía técnica operativa y de gestión.
Es decir que no es del gobierno, pero si es del gobierno, en términos semánticos que el inmortal cómico, MARIO MORENO “Cantinflas”, envidiaría.
En fechas recientes conocimos derrames de hidrocarburos en los límites de Soto la Marina y San Fernando que han sido expuestos en el Congreso de Tamaulipas, en medios regionales, redes sociales y que se convirtió en motivo de interés de televisora nacional que envió a una parte de su “staff” a realizar un reportaje, donde claramente se mira el brote de energéticos que han causado serios daños ecológicos, así como padecimientos en la salud de personas que viven en las cercanías.
¿Y qué ha pasado?… lo mismo de siempre; ¡nada!.
PEMEX le pasa la pelota a una empresa subsidiaria y cuento que se acabó.
No hay sanciones contra nadie y esto deja ver la gran impunidad que rodea a PEMEX, que esta convertido en el campeón del abuso ambiental, responsable de atroces crímenes ecológicos que no han merecido siquiera una disculpa por parte de la empresa.
Con negar su participación en los ecocidios, PEMEX consigue liberarse de cualquier responsabilidad, sin importar la cuantía o dimensión de los daños causados a las formas de vida que son básicas para el equilibrio de la naturaleza y el bienestar de los seres humanos.
PEMEX le hace más daño a México que el crimen organizado, que de vez en cuando resiente los embates de las fuerzas castrenses o las corporaciones de seguridad publica en el país, pero contra esta empresa… ¿quién se mete?.
Y claramente que su impunidad depende de la riqueza que genera la explotación de petróleo, que es más que suficiente para engrosar los bolsillos de políticos y funcionarios de altos vuelos, a quienes ls sustentabilidad ambiental y la salud del pueblo, les importa un comino.
Así que cuando hablemos de atrocidades y de impunidad en México, hay que anotar a PEMEX, una rama más de la delincuencia organizada, pero tan bien organizada que es inmune a los efectos de las leyes que rigen este noble, abnegado y saqueado país.