Muchos se preguntan en la vida sobre la importancia de ser ricos, o ser felices; buscar la riqueza a toda costa ya sea con el trabajo exhaustivo y la estricta administración o tomando los atajos que concede la vida moderna para llegar a tener bienes y lujos, aunque finalmente sea la causa de la autodestrucción.
Mientras que otros prefieren la vida modesta en familia, disfrutar de la convivencia con la mujer, el esposo y con los hijos, comiendo lo que se puede obtener con un ingreso moderado y vistiendo de manera sencilla.
La Semana Santa no fue en balde; tener unos días de asueto, dio la oportunidad de reflexionar en tantas situaciones de la vida, que nos hacen ver la importancia de aspectos que generalmente nos pasan desapercibidos.
Es común que aparte de admirar a las personas que triunfan, quisiéramos ser como ellos, pero no alcanzamos a percatarnos del precio del triunfo, de lo que tienen que pagar hombres y mujeres exitosas en la farándula, en la política y en la empresa o cualquiera otra actividad que sirva para acelerar el desarrollo económico –principalmente- de los seres humanos.
Con cierta emoción no exenta de pena, vi la publicación que hizo la actriz MARIBEL GUARDIA sobre la muerte de su hijo JULIÁN FIGUEROA –cantante y actor- de 28 años de edad y no pude menos que imaginarme el dolor de una madre, que ha tenido todo en la vida: éxito, fama, una fortuna valorizada en muchos millones de pesos.
Pero que no tiene, lo que en estos momentos, ella más quisiera tener: a su hijo vivo.
Le comento esto porque he seguido el desarrollo de artistas cuyas carreras han estado plagados de triunfos, pero también de tragedias, de crueles sinsabores, que hacen que la fama y el dinero pasen al último de los términos.
Muchos políticos viven lo mismo; con sus familias en el fracaso, doliéndose de la felicidad que no tienen y que ni con todo el dinero que poseen pueden comprar, pero pese a todos los ejemplos que saltan a la vista, hay miles o cientos de miles intentando en este momento alcanzar el éxito, la fama y sobre todo… dinero.
Por el contrario, vemos a personas que viven de vender paletas, de limpiar terrenos o desempeñar trabajos rudos y mal pagados, que hacen que sus familias sobrevivan con sus ingresos y que precariamente logran sacar adelante a sus hijos y convertirlos en personas de bien, respetuosas y con principios sólidos, que se manifiestan elementalmente en el cariño a sus padres.
Hay quienes prefieren ser acaudalados a cualquier precio y de cualquier forma y se vale, partiendo que cada quien es dueño de sus propias decisiones, pero también se vale la decisión de quienes optan por una vida modesta, que les permita estar siempre muy cerca de su familia, para disfrutar de sus parejas y su descendencia.
Por ahí escuché que alguien dijo que venimos a este mundo a ser felices, no a ser ricos y me pareció una frase muy acertada, porque hay problemas que no se resuelven con todo el dinero del mundo, mientras que los remordimientos se convierten en una terrible enfermedad, más destructiva que el cáncer más letal.
Les comento que no pretendo ser pastor de ninguna iglesia, solo que hay aspectos que saltan de pronto y vale la pena comentar, aprovechando que todavía no empieza el proceso político electoral concurrente, que estará arrancando en septiembre de esta año para concluir con las elecciones del mes de junio del 2024; entonces se elegirá un nuevo Presidente de la República, Senadores, Diputados Federales, Diputados Local y nuevos Ayuntamientos en Tamaulipas.
Y cuando eso pase, a partir de septiembre, vamos a almorzar, comer y cenar política, incluyendo fines de semana y días festivos, asi que mientras llega ese tiempo, vamos a hablar cuando sea posible de otros temas que tienen todo que ver con el interés de quienes ser distinguen por pensar, participar en los grandes temas y opinar con sensatez y respeto a las ideas de los demás.