En plena cuaresma le cayó “una bendición” a vecinos de zonas rurales al norte de San Fernando, que cuando se enteraron de la volcadura de un camión cargado de piñas ayer por la mañana cerca del ejido “Francisco Villa”, raudos salieron a recoger los frutos tropicales.
Algunos de los que llegaron primero y fueron los que más “recolectaron” este fruto –caro en el mercado- que se produce en Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Quintana Roo y Jalisco, llenaron cajas de camionetas y cajuelas de automóviles, así como el interior de los vehículos, con la misma habilidad de piratas en altamar.
Que después comenzaron a vender en más de tres docenas de puntos del municipio, aunque con quejas por parte de los consumidores, que se dolieron de estarlas comercializando más caras que entre el comercio local, establecido y que si paga impuestos.
Mientras que los recolectores casuales, a quienes generalmente llaman de manera despectiva “rapiñeros”, no invierten nada, lo único que tienen que hacer, es pacientemente sentarse a esperar que en las redes sociales se publique la volcadura o accidente de un vehículo cargado con mercancías aprovechables, para moverse hasta en cuadrillas familiares a levantar, lo que ningún trabajo y ninguna inversión, les costó sembrar, cultivar, cosechar y transportar.
Conmueve la ansiedad de estas personas, demasiado voluntariosas para recoger mercancías de accidentes para después hacer negocio sin el menor rubor, justificando que se trata de productos asegurados, o que después del percance, “se van a echar a perder”.
Pero que cuando alguien a través de las mismas redes sociales solicita donadores de sangre o apoyo en cualquier contingencia, no reaccionan; es decir que solo les mueve la conveniencia y al afán de lucro.
Mas peores están hombres y mujeres que celebran con una devoción profunda la cuaresma y que van a la iglesia todos los domingos o días de culto a darse golpes de pecho como buenos cristianos, pero que no pierden la oportunidad de entrarle a la rapiña.
Es triste que en los estados del centro y sur del país, la fama de San Fernando ahora esté alimentada por un negro prestigio como “rapiñeros” profesionales, que hasta veladoras encienden para que ocurran accidentes donde puedan arribar para llevarse a una velocidad prodigiosa, lo que encuentran a su paso.
No tardan en hacer una película del nuevo cine mexicano con el nombre de “Los rapiñeros de San Fernando”, o cuando menos un huapango norteño.