Los debates en épocas de elecciones, han resultado útiles para meterles animo a los procesos, porque más que confrontar ideas de trabajo, los participantes, han aprovechado para sacarse “los trapitos al sol” y exhibir los aspectos más negativos de los contendientes.
De tal manera que sirven para estimular el ánimo de los electores, que es a quienes finalmente van destinadas todas las campañas de proselitismo, pero hay algunos y algunas candidatos que se aterran, ante la sola palabra “debate”.
Y cuando alguno o alguna muestra repulsión por este tipo de ejercicios, inmediatamente se sabe la causa: tiene la cola tan larga que le da miedo que se la pisen en la pura entrada.
Se sabe por experiencia que quienes más buscan que se realicen debates, son los candidatos que muestran menores posibilidades de ganar en las urnas, de ahí que buscan saltar a la palestra y con un manotazo sobre la mesa, nivelar la posición en que se encuentran.
Me imagino un debate entre los candidatos al senado en Tamaulipas de esta elección extraordinaria: JOSÉ RAMÓN GÓMEZ LEAL de la coalición “Juntos Hacemos Historia” formada por MORENA-PT, IMELDA MARGARITA SAN MIGUEL SÁNCHEZ de la alianza “Va por Tamaulipas”-PAN-PRD-PRI- y MANUEL MUÑOZ CANO del Partido Verde Ecologista de México, presentando sus propuestas de campaña, para ver si logran contagiar al público.
O, en caso que la oferta sea muy pobre, que se digan cara a cara, quienes son unos y otras; que se desenmascaren públicamente para que el respetable tenga una idea más plena de las trayectorias y personalidades, de quienes quieren el voto para llegar a una representación de los tamaulipecos en la Cámara Alta.
“Algo” que le meta un poco de calor a las desangeladas campañas que no causan el menor interés del grueso de los electores, dejando claro que ninguno de los tres candidatos son unos verdaderos líderes, ni personalidades reconocidas por los tamaulipecos, como para pensar en dejar la comodidad del descanso dominical para tomarse la molestia de ir hasta las urnas a votar por cualquiera de ellos.
Entre los tres hay dos, que van atrás y que ellos –una mujer y un varón- lo saben muy bien; que dicen tener muchas “tablas” en la política, pero que no quisieron forzar a un debate, al menos intentarlo, a sabiendas que el “el puntero” podría negarse y perder puntos con el solo rechazo, mientras que a fuerza de tupirles a los demás, alguno de los de abajo, podría mejorar su situación.
Porque esta elección es tan insípida y fría con más apariencia de evento luctuoso que de una jornada cívica, donde los números serán tan desastrosos como anodinas han sido estos remedos de campañas.