Debido a los problemas en la comercialización del sorgo y la presencia de plagas cada vez más difíciles de controlar, entre los productores locales existe interés por la siembra de otras especies agrícolas más fáciles de vender, a mejor precio y que permitan darle rotación a las tierras.
Dentro de los cultivos que se encuentran considerados para comenzar con una variación que favorezca también la recuperación de las tierras, se encuentran el trigo, la soya, girasol y la canola, cuyas aplicaciones comestibles las convierten en productos vegetales de alta demanda, cuyos precios superan en el mercado internacional, al sorgo.
Lo anterior ante los problemas que se están presentando para la venta del grano rojo, que al estar sujeto a las condiciones de mercados internacionales, impiden que se puedan liquidar a precios que convengan a los productores, que enfrentan una competencia desleal y ruinosa frente a los agricultores de Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, que comparten con México un tratado de libre comercio desde hace más de 25 años.
Derivado de estas problemáticas que amenazan con agudizarse al paso del tiempo, productores de sorgo comienzan a organizarse para establecer predios experimentales donde puedan sembrar y dar seguimiento a nuevos cultivos que se puedan convertir en alternativas viables en corto plazo y de esta manera, asegurar la rentabilidad de la actividad agrícola en esta región del norte del país.