Antes decíamos “cuando a Estados Unidos le da gripe, a México le pega pulmonía” para referirnos a los efectos que nos causaba –y sigue causando- la estabilidad del vecino país.
Pero un día descubrimos que cuando a los Estados Unidos de Norteamérica le va bien, solo a ese país le toca vivir tiempos de gloria, en cambio en las épocas malas, ahí tenemos que compartir su desgracia y llorar juntos por sus calamidades… y por las nuestras, pero aparte.
En la actualidad, como efecto de la famosa globalización, ahora nos afecta hasta lo que pasa en otras partes del mundo, incluyendo lo más lejano, que está en la parte opuesta del planeta Tierra, como es la guerra entre Rusia y Ucrania, que nadie sabe cuándo va a terminar, aunque se pueden predecir los términos.
Por lo pronto, ambas naciones son fuertes productoras de maíz, trigo y otros cereales, petróleo, gas natural, carbón y metales entre otros tantos, pero lo que más impacta a nivel mundial, es lo que tiene que ver con la canasta básica o la alimentación.
Por dedicarse a la maldita guerra han descuidado la producción, además que las exportaciones se han visto bloqueadas como parte de estrategias comerciales, que llevan el objetivo de debilitar la economía de esas naciones.
Cientos de millones de toneladas de granos han dejado de llegar a América y como es normal, ante la escasez viene la carestía, de la mano de la criminal especulación, en un círculo vicioso, donde los platos rotos los tiene que pagar siempre el pueblo.
Por esta razón, desde hace meses que hemos visto como los precios de todos los alimentos han tenido un aumento desmesurado en comparación con el salario.
Lo que está pasando del otro lado del mundo nos está pegando a nosotros, ya no es solamente lo que le pase a Estados Unidos de Norteamérica, ahora nos afecta hasta lo que ocurre en los más alejados continentes, lo que en lo personal, me hace dudar de los beneficios de las políticas macro económicas, pero de nada sirve pensar que estábamos mejor antes del neoliberalismo y todo lo que acarreó, dizque para ponernos a la altura de los países más desarrollados.
En estos tiempos no hay de otra, todos los países se encuentran acorralados ante las naciones económica y bélicamente más fuertes, a las que hay que seguirles la corriente para no se resentir los efectos de invasiones militares o bloqueos comerciales.
En síntesis, tanto nos afectan las políticas y condiciones propias de México, como los conflictos de otras naciones, que tienen costumbres muy diferentes e idiomas que no entendemos, pero que al final del día, tienen la virtud de perjudicarnos, mientras que nosotros, de aquí para allá, como país, podemos desaparecer y ellos, ni siquiera se van a dar por enterados.