Antes de la pandemia, México arrastraba un penoso sitio a nivel mundial en los resultados de aprendizaje escolar, derivado de varios factores, entre los que destacaban sueldos que los maestros consideraban bajos, pago inoportuno de prestaciones, la inseguridad y además, el descuido de los padres sobre el desarrollo de sus hijos, entre muchos otros.
Todos conocemos a más de un muchacho que sin saber la tabla del 3, cursa el sexto año de primaria, pero ¡agárrese!. También conocemos a profesionistas que escriben las extremidades inferiores, como si acribillar las reglas gramaticales, fuera su principal misión.
¿Por qué pasa esto?… los que tenemos más de 50 años de edad, sabemos que en nuestros tiempos de educación básica, solo había de dos sopas: aprendías o aprendías. La regla de madera de metro de longitud y el borrador, solían ser muy “convincentes”.
Quienes terminaban por demostrar que eran incapaces de asimilar los conocimientos, simplemente eran retirados por sus padres de las escuelas y los ponían a trabajar; el talache, el pico, la pala o las herramientas de un taller mecánico se convertían en su entorno, porque de holgazanes, en ninguna casa, los querían.
Me regreso con tema de alumnos que van sumamente retrasados en los grados de aprendizaje en que se encuentran, donde con un poco de sentido común, ya los habrían regresado a los años escolares que deberían estar cursando, de acuerdo a lo que saben.
Pero… desde hace algunos años la Secretaria de Educación Publica, así como en los gobiernos estatales, se prohibió a los maestros reprobar alumnos, para no caer aún más en la escala mundial de educación, lo que provocó que fueran ascendiendo de grados y niveles alumnos “chatarra”, que no saben dónde va una “h”, una “v” o una “b”.
Es lamentable que por una simulación se esté dañando a la educación de esa manera, porque esos alumnos, podrán terminar hasta una carrera, aprovechando que en “México todo se puede”, pero como profesionistas serán una vergüenza, a la hora de aplicar sus conocimientos.
Y con la pandemia, con un país con no estaba preparado para la educación a distancia, donde uno de los principales obstáculos ha sido la mala calidad de la red de internet, el asunto ha empeorado, aunque esta vez… ¡hay a quien echarle la culpa!.
Le comento esto porque diariamente podemos ver textos de todos tipos en las redes sociales: desde románticos hasta los más agresivos y en la generalidad, los une un común denominador: las faltas gramaticales, lo que nos da una idea del tamaño de la deficiencia educativa.
Y pensar que esto se puede solucionar. ¿Cómo?… bien fácil, como aprendimos muchos que en la primaria o secundaria éramos reconocidos como “unos burros”.
Leyendo, es la respuesta, es la palabra por excelencia. Un vocablo de siete letras que encierra uno de los mayores contenidos universales, pero está visto que a las nuevas generaciones no les gusta leer, de tal suerte que hacen todo lo que pueden por evitarlo y creo que ahí está el principal defecto de del sistema educativo nacional.
Mientras que no se consiga que los alumnos reparen en la importancia de los libros y en la necesidad de leerlos como principal fuente de aprendizaje, la educación seguirá en descenso y los muchachos irán a las escuelas a jugar, a compartir experiencia de las nuevas tecnologías, hablar de noviazgos, o simplemente, con la idea más de complacer a sus padres que pensando en su futuro.
Por fortuna, como garbanzos de libra, quedan algunos niños, adolescentes y jóvenes que comprenden el significado de la educación en sus vidas, que saben que lo que consigan será para su propio beneficio y es muy fácil encontrarlos en cualquier salón.
Como también es fácil detectar el universo de alumnos somnolientos, porque se la pasaron jugando en el celular o la computadora hasta en horas de la madrugada y llegan a las escuelas, arrastrando los pies, que lo que lo único que quieren es dormir, para regresar en la noche a lo que han tomado como un deporte.
De acuerdo al Foro Económico Mundial, en 2020, México ocupaba el sitio número 100 en el ranking de los países con mayor calidad educativa, pero para ese tiempo, ya existía desde al menos una década la prohibición de reprobar alumnos; de haberse dado datos reales de las deficiencias que enfrentan los escolapios, probablemente andaríamos compitiendo con Afganistán, Sudán, Nigeria y otras naciones que tradicionalmente han venido ocupando el sótano de las posiciones en este renglón.
Expuesto a que algún maestro me corrija, les recuerdo: la solución a la debacle en el aprendizaje, es leer, leer y volver a leer las veces que sea necesario, hasta que el conocimiento se arraigue en la mente de cada uno de los alumnos, como principio del conocimiento, que termina por convertirse en raciocinio.