En las últimas horas escuché toda una sarta de largos discursos hablando de la vida y obra del ex candidato del PRI a la Presidencia de la República LUIS DONALDO COLOSIO MURRIETA y no pude más que experimentar pena, por la explotación que siguen haciendo de la memoria del siempre bien recordado político sonorense.
A 28 años que las balas de un asesino confuso –MARIO ABURTO- le disparó a quemarropa en Lomas Taurinas de Tijuana, la gran percepción social, es que lo verdaderos asesinos siguen libres… ¡y manejando la política nacional!.
En esas condiciones, todo lo que digan sobre la vida y el sacrificio inútil de COLOSIO, son meras expresiones populistas, porque en las altas esferas del poder, después del crimen siempre supieron de donde salió la orden de matarlo y los Presidentes de la Republica posteriores, en su momento tuvieron conocimiento del nombre del que dio la orden y de quienes colaboraron para ejecutarla.
Y ahí siguen, exprimiendo hasta la última gota de la memoria del difunto COLOSIO, aunque a una buena parte de la población nacional –de los 35 para abajo- no les dice nada el nombre del infortunado priísta, a quien decir lo que pensaba hacer ya en el poder, le costó la vida.
Hoy su hijo, LUÍS DONALDO COLOSIO RIOJAS comienza a destacar en la política; ya fue diputado local y es actualmente alcalde en Monterrey, una de las tres principales ciudades del país, bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, pero se apresta seguir escalando los peldaños de la representación popular.
Una senaduría o la gubernatura de Nuevo León podrían ser su próxima parada, trae potencial y corre por sus venas sangre real de la política.
Recuerdo que hace algunos años, en una fecha de aniversario luctuoso, el mismo COLOSIO Jr. le pidió al PRI que dejará de hacer uso de la memoria de su padre, porque era algo que le parecía grotesco.
Que los mismos autores del asesinato sean los primeros en persignarse y orar en cada aniversario luctuoso, ni siquiera la mafia siciliana actúa con tanto cinismo.
Y siguen siendo los mismos de aquel tiempo y sus herederos en el poder quienes se rasgan las vestiduras cada 23 de marzo, víctimas de la aparente angustia que les produce evocar una de las fechas más negras de la historia nacional, de donde se desgranaron hechos que comenzaron a marcar la degeneración de la vida pública y de las instituciones.
No digo que no se le recuerde como el mexicano excepcional que era, dispuesto a cambiar el rumbo del país, sacando del poder a la clase pútrida que gobernaba y sigue vigente, sino que por respeto a su familia, ya no lo usen como pretexto de nada, sobre todo los que fueron parte de la conjura y sus descendientes, que viven como príncipes de un imperio fertilizado con sangre.