Por Aristeo Manilla García
Lo que menos tiene México, es ser un país aburrido.
Todos los días, desde muy temprana hora, por medio de la televisión y las redes sociales, somos espectadores de escaramuzas verbales que tienen su origen en discrepancias del jefe de estado con distintos actores de la vida nacional, entre los que van ex funcionarios, personalidades de la fauna política, periodistas, científicos, empresario, etc.
A causa de estas reyertas, un gran porcentaje de la vida nacional disfruta viendo como el Presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR hace trizas a sus adversarios ideológicos, exhibiendo supuestas culpas por actos de corrupción, que en lo general, todo ha quedado en meros señalamientos, porque la mayor parte de los acusados, gozan de la más absoluta libertad.
Es decir que con todo y la acusación presidencial directa, de haber provocado un quebranto económico al país, andan sueltos.
Otro gran porcentaje nacional, disfruta cuando los contrincantes de AMLO sacan a relucir situaciones aparentemente anómalas ocurridas en el seno de la Cuarta Transformación y cuando se van hasta la cocina, metiéndose con la familia del Presidente de México.
Y obviamente que hay diversión y distracción para los dos grandes segmentos de la población en que se ha polarizado la sociedad mexicana; aquí no hay medias tazas, o están con el Presidente, o están en contra del Presidente.
Muy bien, se podría decir que es como las series de narcos que en los últimos años han mantenido en vilo la atención del pueblo azteca, pero ¿y las obras?… ¿el desarrollo nacional?.
Porque una cosa son los apoyos sociales que terminan convertidos en comida en las meses o en soluciones de carácter familiar y algo muy distinto las obras que se necesitan para avanzar en la solución de los rezagos.
Para no ir muy lejos le pongo dos ejemplos: San Fernando requiere, le urge una planta potabilizadora de agua potable, porque el líquido que llega a los hogares recibe un simple proceso primario de cloración, pero de ninguna manera es potable y me parece que esta es una necesidad imperiosa.
Otra: un Hospital General nuevo, con equipo técnico y humano para atender toda clase de servicios relacionados con la salud, porque ya ve usted que hasta un tratamiento de hemodiálisis, hay que llevar a los pacientes a otras poblaciones, cuando aquí hay cientos de personas que necesitan atención de ese tipo.
Y le puedo enumerar muchas más necesidades que requieren la atención de todos los gobiernos, pero que solo se pueden resolver a través de una absoluta coordinación, de una sintonía que se mantenga por encima de los malditos intereses políticos, que son la principal causa de la división nacional.
Los políticos en el poder podrían hacer a un lado sus puntos de vista personales, las acusaciones mutuas de corrupción con lo que solo consiguen que el pueblo se entere de lo que han hecho mal y de lo que siguen haciendo de manera indebida, para asumir una actitud que corresponda con los anhelos de bienestar de los mexicanos.
Hemos visto que los pleitos se justifican entre los boxeadores, los abogados o cuando se trata proteger intereses familiares o patrios, pero que por diferencias políticas, tengan al país dividido, condenado al estancamiento que se está viviendo, me parece que no estamos aprovechando las experiencias de otros países que han caminado antes por una ruta similar, hasta llegar a tocar fondo, en escenarios donde curiosamente, los que más sufren, son precisamente los que menos tienen.