Un hecho que en su momento le dio la vuelta al mundo fue matanza de 72 migrantes, ocurrida en Agosto el año 2010 en San Fernando Tamaulipas, se ha convertido en un acontecimiento que se va perdiendo al paso de los años y que en esta ocasión, ni siquiera se habla de ceremoniales aquí, para recordar una fecha fatídica en la historia de los tiempos recientes.
Actualmente, el coronavirus podría ser la excusa para no realizar eventos conmemorativos por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos y colectivos de personas desparecidas, con familiares de quienes desde hace una década, no han vuelto a ver a sus parientes, todos ellos procedentes de países de Centro y Sud América que se dirigían a vecino país en busca del “sueño americano”, cuando fueron secuestrados e inmolados en San Fernando.
Entre el 22 y 23 de agosto del año 2010, en un retén militar instalado 12 kilómetros al norte de la cabecera municipal de San Fernando por la carretera federal Matamoros- Victoria, un ciudadano ecuatoriano llegó herido al puesto de revisión para denunciar que junto con 72 personas más habían sido secuestrados y todos ellos asesinados en un rancho, que más tarde se supo que era “El Huizachal”, localizado a 10 kilómetros al oriente, del lugar donde estaban los soldados.
Tras realizar una revisión física momentos más tarde, fueron encontrados sin vida los cuerpos de 58 hombres y 14 mujeres dentro de una bodega abandonada, lo que desató una intensa movilización oficial para enlazar con las sedes diplomáticas, la información con los países de origen de las personas sacrificadas.
Con el tiempo, los hechos fueron apenas medianamente esclarecidos y se realizaron todo tipo de trabajos forenses avanzados para identificar a de cada una de las víctimas, sin embargo, hay detalles que nunca quedaron claros para las familias, que se han mantenido en la búsqueda de sus seres queridos que a la fecha, se encuentran en la categoría de “desaparecidos”.
Con base a la información oficial, en ese trágico acontecimiento perdieron la vida 14 personas de origen salvadoreño, 10 guatemaltecos, 1 ecuatoriano y 4 brasileños, mientras que sobre los restos de los faltantes, quedan muchas dudas, que merecen ser aclaradas por la memoria de los desaparecidos y la tranquilidad de sus familias que a diez años de distancia, todavía los buscan con la esperanza de encontrarlos.