A TAMBOR BATIENTE
Por Aristeo Manilla
A la muerte de muchas personas que se han registrado en la población por distintas causas –no todo es Covid- se han agregado otros elementos que han contribuido a ensombrecer el ánimo social, de un pueblo que se ha caracterizado por un espíritu indomable y generalmente festivo.
Quienes son de San Fernando, han vivido o tienen familia aquí, saben que esta es una población risueña, amigable y muy dada a festejos por cualquier motivo, pero a causa del aislamiento por la pandemia ese espíritu se ha perdido en parte, aunque sin llegar a desaparecer por completo.
Pero hay un hecho que ensombrece más que el duelo social por tantos amigos y familiares que se nos han adelantado en el camino a la eternidad: hace más de dos semanas en que un adolescente, miembro de conocida y respetable familia, fue secuestrado en céntrico sector de la ciudad y que aunque esta mañana en que se corrían rumores de su liberación, no es un hecho confirmado.
Todos sentimos el dolor, tan solo de imaginar por lo que están pasando los padres y familiares del menor desaparecido; duele, indigna y angustia ponerse en los zapatos de quienes tienen que pasar los momentos indescriptibles que provocan ese tipo de hechos.
Como sociedad sentimos que estas tragedias no deberían de ocurrir nunca, pero sabemos que desde el inicio de los tiempos, nos hemos preocupado más por demostrar que estamos hechos de mala levadura, que por tratar de hacer el bien a nuestros semejantes.
Confiamos en que LUCIANO LEAL GARZA, pueda regresar con sus padres sano y salvo; que la maldad humana de quienes lo raptaron sea capaz de reaccionar ante el sufrimiento de su familia y las miles de oraciones que se han elevado al Todopoderoso para que toque sus corazones y los haga entender que no tienen por qué hacerle daño.
Que si el asunto es dinero, puede tener remedio de una manera u otra y también comprender que en los tiempos actuales, lo que más escasea es precisamente eso; que no ganarán nada con una acción peor a la que ya cometieron al secuestrarlo.
Como sociedad, sigamos pidiendo por su retorno sano y salvo a su hogar y que con todas las secuelas que pueda dejar una situación así, que este hecho pronto sea solo una especie de mala pesadilla, que no queremos que nunca jamás, se vuelvan a repetir.