A TAMBOR BATIENTE
Un breve ejercicio de opinión social, es más que suficiente para entender que un importante segmento de la población, igual que hace poco más de cuatro años, está ansiosa de un cambio en las siglas del partido en el gobierno.
No lo digo yo; así se mira en los comentarios ciudadanos que hablan del tema.
Inclusive en las publicaciones que se realizan en los muros de encumbrados personajes políticos panistas, comenzando por el jefe político del estado, el Gobernador FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA, a quien le tunden recio y macizo, de tal forma que un gran porcentaje de los usuarios de las redes de Facebook, que tanto contribuyeron a su triunfo, ahora lo hacen objeto de una excesiva lapidación.
Así son estos tiempos de encono y odio, exacerbados por los mismos gobernantes que de manera inconsciente han alimentado un monstruo de rencor, que ahora se vuelve contra ellos.
Tal vez quienes tienen la obligación de aplaudir, lo vean de otra manera o simplemente, tienen que dejarse caer con la mayor vehemencia en porras y aplausos, dentro de una cultura fatal que se alimenta con miel en los oídos; muchos para eso están, para decir siempre que los gobernantes en turno, son los más simpáticos, eficientes y queridos por el pueblo.
Esta especie de aduladores, hacen más daño que los detractores, porque se encargan de maquillar una realidad que sin aditivos es grotesca a simple vista; no hay quien se atreva a comentar con la realidad en la mano, porque no están en sus cargos para eso.
La obediencia e idolatría son efectos de la nómina, pero en contraparte la expresión social es demoledora y en estos momentos, vemos un partido en el poder que se está desgajando, porque en cuatro años, el pueblo no ha visto el progreso que buscó a través del voto, para sacar del poder a un partido que había perdido el rumbo y la esencia social en más de 80 años de hegemonía política.
Lo que al PRI le llevó 8 décadas para ser aborrecido por la sociedad, al PAN en Tamaulipas parece que solo ha necesitado menos de un lustro, según se aprecia en esas mismas redes sociales, que en el año 2016 empujaron muy fuerte para lograr la alternancia y que ahora pretenden de nueva cuenta un cambio, en esa ansiedad perpetua por encontrar nuevos liderazgos políticos que se ensamblen en la realidad social y las demandas colectivas de bienestar común.
A mí no me crean, solo chequen las redes sociales.