Ciriaco Navarrete Rodríguez
Es uso y costumbre hablar de las efervescencias preelectorales, pero en realidad, se trata de las calenturas de los políticos de las que son ajenas y ajenos los electores que normalmente viven entregados a sus quehaceres cotidianos, con los cuales, todos los días procuramos cumplir con el sagrado compromiso de asegurar la subsistencia de nuestras familias y la que es propia también de nosotros.
Esa reflexión es de importancia universal y por eso es diferente a las calenturas temporales, principalmente, de las personas que se sienten dignas de ocupar algún cargo de elección popular.
Y, aunque están un poco alejados los comicios para elegir al nuevo gobernador del estado, de cualquier manera ya están saliendo a flote los aspirantes que deseen relevar al gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, en el año 2022.
No debemos olvidar que además del relevo del gobernador actual, también habrá relevo de los 43 ayuntamientos y del propio congreso del estado de Tamaulipas.
Hasta ahí la prospectiva futura por la que ya empezaron los estirones de cobijas que se están dando de los partidos políticos, sus dirigentes y sus patrocinadores porque hay que saber que el financiamiento de las campañas políticas cuestan mucho dinero y por eso no encontraremos a la gente pobre entre quienes aspiran a ser nuestros representantes populares.
Para los efectos del financiamiento de las campañas políticas, el gobierno del presidente López Obrador, a través del Congreso de la Unión y del Senado de la República, ya hizo las previsiones, que nunca habían existido, para evitar la corrupción electoral mediante leyes con las que se tipifica la compra de votos como delito grave, de tal manera que los políticos tradicionales están obligados a homologar sus estrategias de acuerdo con la nueva legislación electoral.
Esa realidad jurídica garantiza plenamente la limpieza y el decoro de las elecciones venideras, de lo cual el pueblo mexicano ha hecho evidente su beneplácito porque ya no quiere ser cómplice obligado de las viejas prácticas y trucos electorales que nos mantenían engañados y hundidos eternamente en las esperanzas de buenos resultados gubernamentales que nunca llegaron.
Esas mismas exigencias jurídicas constitucionales evidentemente están incomodando a los políticos tradicionales, tanto jóvenes como viejos, porque hay
que recordar que las mieles del poder público siempre se heredaron en todas las generaciones, a partir del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas.
Sin embargo considero oportuno explicar que hago esa referencia presidencial porque fue don Lázaro Cárdenas quien puso en pleno vigor la constitución antidemocrática que está vigente, pero también debo decir que el presidente López Obrador, está haciendo un innovador manejo de su gobierno, al cual, con toda propiedad lo podemos clasificar como régimen de gobierno de la democracia representativa, participativa y humanitaria.
Por otra parte también me obligo a explicar, que con plena justicia he ponderado a la democracia norteamericana como el único régimen de gobierno en el cual la riqueza crece de manera exponencial y permanente y eso se debe a que el modelo agrario de esa constitución democrática es el de la pequeña propiedad de la tierra, tipo granja, lo cual, es garantía plena de la solidez jurídica que los vecinos del norte le concedieron al derecho de la tenencia de la tierra para garantizar totalmente la solidez jurídica de su respectiva tenencia.
Por otra parte el régimen creado por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, al que ya hice referencia solo me resta admitir que le hace falta la innovación constitucional mediante la cual quede eliminado el modelo agrario ejidal y comunal porque no garantiza ninguna solidez jurídica en el derecho de la tenencia de la tierra.
Sin embargo, el presidente López Obrador tiene la gran ventaja de contar con el amplio y mayoritario respaldo legislativo tanto del Congreso de la Unión como del Senado de la República y con esa innegable fuerza política le será muy fácil recuperar la democracia verdadera que existió antes de que fuera redactada la constitución regresiva de 1917.
No quiero dejar dudas por las que señalo al Gral. Lázaro Cárdenas como culpable del crecimiento de la pobreza y de todos los males sociales políticos y gubernamentales que se derivan de ese terrible fenómeno pero todo se origina en la carencia de solidez jurídica en el derecho de la tenencia de la tierra y por eso también explico que en el modelo agrario ejidal y comunal se encuentra la debilidad del nuevo régimen de gobierno creado por el presidente López Obrador.
En lo personal, hago votos porque mis amables lectoras y lectores de manera conjunta, hagamos lo necesario para buscar la manera de aconsejar sanamente al presidente López Obrador con el fin de que haga la innovación constitucional señalada a efecto de que en México contemos con una nueva constitución general de la republica semejante a la que nos legó Don Benito Juárez, y que data de 1857.
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