Lastimosamente México es un país, donde los ciudadanos nos quejamos de todo y por todo; vivimos una cultura desastrosa e irracional, que nos lleva a lamentarnos siempre que lo deseamos, pero que cometemos todavía el abuso de oponernos, cuando los demás quieren hacerlo.
Lo vemos en todos los aspectos, aunque en los últimos días esta discrepancia que raya en contradicción a ultranza, se ha exacerbado con el tema de los feminicidios, llevando el asunto a una controversia nacional.
Otra vez “chairos” contra conservadores y conservadores contra “chairos”; como si fueran pocos los verdaderos problemas que padece el país, para tener que agotar parte de las energías en discutir y reprobar los deseos de quienes con razón o sin ella, tienen todo el derecho del mundo a manifestarse.
No dudo ni por un segundo que detrás del movimiento “Un día sin mujeres” estén mezclados intereses políticos para fastidiar al Presidente de México, pero ¿qué tiene de malo que las mujeres que quieran, salgan a protestar y que dejen de trabajar un día, de hacer compras y no realizar las obligaciones domesticas habituales?.
¿Porque distraer al país con esas nimiedades y para que descalificarlas?… déjenlas que salgan, que se desahoguen, porque finalmente sabemos que cuando una mujer se decide, nadie le va a cambiar la opinión.
Es además su derecho personal a manifestarse, ¿por qué entonces las demás mujeres no lo entienden y en vez de juzgarlas, las apoyan cuando menos con su silencio?.
Vivimos en El País de los Lamentos, donde nos quejamos siempre de todo y por todo; esta vez las mujeres tienen ganas de quejarse y salir a las calles para expresar su inconformidad por el trato que les dan… muy bien señoras, señoritas, niñas, si desean manifestarse adelante, porque aunque muchos lo miran al revés, su movimiento no es contra el gobierno, sino para llamar la atención y hacer conciencia entre la sociedad.
Protesten por ustedes y también por los varones, que sufrimos cuando algunas mujeres de nuestras familias o amistades son víctimas de un abuso, de una injusticia o que les ha costado la vida, como ha ocurrido miles de veces a todo lo largo y ancho del territorio mexicano y desde tiempos inmemoriales.
Finalmente ese es su derecho y si lo hacen, ojalá que sea con respeto a los demás, sobre todo a la sociedad, que ya tiembla cada vez que escuchan las palabras, “marcha”, “bloqueo” o “protestas” por las amargas experiencias que han dejado este tipo de expresiones sociales, que han terminado en vandalismo puro durante los últimos tiempos.