Ante una visible falta de fuentes de empleos con sueldos dignos para resolver necesidades de las familias del municipio, hombres y mujeres no se detienen a lamentarse por esta situación, sino que al contrario, hace que aflore el espíritu indomable de la lucha por sacar adelante a sus familias.
De esta manera florecen actividades informales, es decir fuera de registros oficiales y obligaciones fiscales, que han formado una sólida economía que ya compite con las cadenas nacionales que funcionan en la localidad.
Por ejemplo: hay docenas de mujeres –principalmente- que se dedican a la venta de ropa americana usada, que traen en pacas desde la frontera y que por medio de las redes sociales ofertan entre un gran segmento de la población, que aprovecha los precios cómodos que pueden pagar por una pieza de vestir.
Una camisa o blusa en excelentes condiciones de uso y de marcas de moda, puede costar entre 80 y los 100.00 pesos, mientras que en los exhibidores de las tiendas donde se venden nuevas, su precio se ubica hasta en 10 veces más caras.
De tal manera que los sitios donde se expende ropa usada pueden competir con las tiendas que se localizan en la zona centro de San Fernando y superar inclusive el número de clientes y ventas que registran en comercios formales bien acreditados.
Pero no todo es ropa; dentro del espíritu emprendedor que caracteriza a la población sanfernandense, han surgido por docenas opciones de venta de comida, postres, rentas de mobiliario, sonidos musicales, empanadas y una gran variedad de productos para el consumo en las mesas y artículos de diferentes tipos, como electrodomésticos que se ofertan a precios muy razonables.
Los “lives” son parte de una modalidad exitosa, que se realiza por medio de las nuevas tecnologías que ya son utilizadas por la mayor parte de la población, luego que en los últimos años se han dado cambios impresionantes, que se fortalecieron durante la temporada más fuerte de la pandemia del Coronavirus, cuando no se podía salir a trabajar, pero había que resolver de manera inevitable, las necesidades de los miembros de los hogares, donde los titulares no contaban con un empleo fijo, lo que terminó por formar una nueva cultura de comercio exitoso.