El municipio de San Fernando forma parte de una región donde los accidentes carreteros suceden con frecuencia; van desde las volcaduras y choques de vehículos particulares, hasta donde participan unidades de carga que transportan diversas mercancías a diferentes regiones del país y el lado americano.
Es común que cuando llegan los heridos al Hospital General de San Fernando, los familiares comiencen a preguntar sobre bolsos de mano, carteras, relojes, maletas y toda clase de pertenencias propias de un viaje que requiere utilizar algunos días para resolver asuntos.
En los accidentes se extravian artículos de valor, porque generalmente quienes llegan primero tienen la primicia de observar lo que hay tirado alrededor y en algunos casos, “se acomiden” a recoger los artículos esparcidos, pero lejos de entregarlos a la autoridad o familiares de las personas lesionadas, se quedan con ellos, siendo generalmente viajeros en curso quienes cometen estos actos.
Mientras que también sucedido que vehículos pesados cargados con aguacates, piñas, fresas, manzanas, piernas de cerdo, carnes frías, refrescos y hasta pipas con diesel, se han volcado en las cercanías de San Fernando y que familias enteras, residentes de lugares vecinos se acerquen realizar la denominada “operación rapiña”, que consiste en recoger lo que esta tirado o a la mano y apropiarse para su propio beneficio.
Mientras que para la población es fácil darse cuenta cuando se trata de productos que vienen de la rapiña, cuando el kilo de aguacates que vale 70.00 pesos se consigue en puestos de banqueta en 20.00 pesos, o las cajas de fresas de 60.00 pesos, a la mitad de su valor comercial.
La rapiña se ha vuelto una costumbre, donde no solamente participan adultos, sino que menores de edad son llevados por sus padres para que colaboren en la recolección de mercancías dispersas en el suelo por accidentes de los vehículos que las trasladan, creando con esto una incultura, que se traduce en falta de valores, que podrían convertirse en parte de la personalidad de quienes desde su infancia, están participando en hechos de esta naturaleza, acompañando a sus familiares mayores, con la sensación de estar haciendo algo normal, pretextando cuando se trata de cargas de vehículos pesados, que las mercancías están aseguradas y por lo tanto, no perjudican a nadie cuando se apoderan de algo que no compraron con su dinero.