Ciriaco Navarrete Rodríguez
En realidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador –AMLO- por la tarde del el día 28 del presente mes de agosto del año 2020, arribó a Tamaulipas procedente de Monterrey, N. L. e igual que en ese Estado, vino y multiplicó el reforzamiento de su huella en Tamaulipas, tanto en el área política como cultural.
Así lo precisó en los mensajes que nos dio en sus conferencias mañaneras, la primera desde la heroica ciudad de Matamoros, donde hizo la inauguración virtual de importantes obras, entre las destacan un mercado, y un hospital del IMSS en ese puerto fronterizo, entre múltiples obras importantes.
Por la tarde de esa día se regresó a dormir a Reinosa, y a las siete de la mañana siguiente, igual que todos los días, ofreció su conferencia de prensa matutina, en la cual, primero explicó lo que ha hecho, luego dijo lo que está haciendo, y lo que va a seguir
haciendo, tanto en Reinosa como en todo el Estado, para beneficio de la sociedad tamaulipeca
Durante toda la gira, el presidente López Obrador anduvo acompañado por el gobernador García Cabeza de Vaca, quien se comportó como elegante anfitrión del primer mandatario de la nación, pues así lo demostró en sus destacados mensajes de agradecimiento por importantes, y abundantes obras realizadas por el gobierno federal.
García Cabeza de Vaca, también dio cuenta de las tareas realizadas por su gobierno, en beneficio de las familias tamaulipecas, y aunque ambos mandatarios fueron extraídos de diferentes fuerzas políticas, el encuentro que sostuvieron fue respetuoso y muy constructivo.
Y si bien es cierto que existe un frente político nacional en el que participan algunos legisladores y empresarios comandados por algunos supuestos políticos, que más bien son mexicanos vende-patrias, notoriamente el gobernador no forma parte de esa caterva, a juzgar la firmeza con la que se dirigió al presidente López Obrador, a quien e reiteró su apoyo absoluto y la firmeza de su lealtad institucional.
Esa noble actitud de García Cabeza de Vaca, le dio gran satisfacción al presidente de México, y los tamaulipecos debemos secundar al gobernador García Cabeza de Vaca, con la finalidad de la institucionalidad gubernamental, contrariamente a lo que opinan las y los profetas del desastre, porque ellos son buenos para apostarle ciegamente a la confrontación entre autoridades.
No podemos negar que hay materia suficiente para que los periodistas perder tiempo perdamos el tiempo en asuntos de carácter meramente personal, como lo son las acusaciones que la Fiscalía de la República, se dice que le está haciendo al gobernador García Cabeza de Vaca, y que son resultado de la investigación y acusación financiera que se le hizo en la Unidad de Investigación Financiera de la Secretaría de hacienda y crédito público, que encabeza el doctorado Santiago Nieto.
Pero hay que saber que esas controversias requieren de las pruebas que con todo derecho debe presentar la defensa del presunto acusado, y debo aclarar que la palabra presunto significa presunción y de ninguna manera nos indica culpabilidad plena.
Por otra parte, es importante señalar que en materia de salud, los tamaulipecos, seguimos teniendo muchos problemas como consecuencia de la carencia de recursos económicos, no de ahora, sino que se trata de una carencia de poder adquisitivo que se remonta al lejano pasado.
Yo que soy un anciano de 79 años de edad recuerdo los apuros de muchos jornaleros que sólo percibían dos pesos con cincuenta centavos diarios trabajando una jornada de 9 a 12 horas, y para ganar más dinero, los que tenían hijos mayores de 10 años, se los llevan a trabajar a las labores del campo, y en casos así, la mayor parte de los patrones, como mis abuelos y mis padres a os niños les igualaban el pago de sus padres.
Mi madre, por su parte, en tiempos de la cosecha del maíz temprano, les daba trabajo a varias madres y a sus hijas, a quienes iban a nuestra amplia vivienda a desgranar el maíz, el frijol o el garbanzo, y recuerdo, y recuerdo muy bien que a las señoras que cobraban todo el pago de sus e hijos menores, recibían su pago de dos maneras, la mitad en especie y lo demás en efectivo.
Recuerdo que durante la cosecha de calabacitas, ejotes y elotes, melones o sandías, mis abuelos y mis padres, además de pagarles a sus peones, adicionalmente les obsequiaban parte de los productos cosechados, como ayuda para la alimentación familiar, y de esa manera también se ganaban el aprecio de bastantes trabajadoras y trabajadores, y también de los hijos de éstos.
Esas realidades me recuerdan una bonita infancia y adolescencia, pero recuerdo que a los 18 años de edad, a principios del año de 1961, me trasladé a la ciudad de México, donde tras haber aprobado el Examen de Admisión, me inscribí en la Escuela Nacional de Maestros, donde en tres años de muchos esfuerzos hice mis estudios de Profesor de Educación Primaria.
Al haber concluido esos estudios, solicité mi plaza para imitarme en la docencia, precisamente en la ciudad y puerto fronterizo de Nuevo Laredo, donde llegué acompañado ocho compañeros, dos mujeres y seis hombres, éramos muchos según nos lo dijo el entonces Inspector Escolar, de nombre José María Serratos, quien inicialmente se negó tajantemente a recibirnos, pero le pedí el teléfono para llamar por cobrar, cuando el Secretario me preguntó con quien quería hablar en la SEP, le dije que con don Jaime, y al oir eso, se espantó el maestro Serratos, y de inmediato nos dio acomodo a tos, en la Escuela Primaria –Eva Sámano de López Mateos.