A TAMBOR BATIENTE
A pasos agigantados avanza el deterioro de la vida colectiva en Tamaulipas; en varias ocasiones nos hemos alarmado cuando las autoridades sanitarias nos han dicho que “el pico” de la pandemia, está cerca.
Esto ha ocurrido cuando menos en tres ocasiones debido a un visible desconocimiento de este nuevo virus que trae de cabeza a la humanidad, pero en específico de Tamaulipas, destaca que se puede contraer más todavía la actividad productiva, en perjuicio obviamente de todas las familias que dependen de salir a trabajar para ganar el sustento.
Un caso muy difícil para la gran mayoría, menos –y que bueno- para quienes tienen un sueldo seguro dentro del gobierno y que se pueden pasar el tiempo que sea necesario encerrados en sus hogares, a sabiendas que no les va a faltar la comida, que es el elemento principal o uno de los más básicos de la población mexicana.
Estamos en la antesala de un “toque de queda”, donde las personas no podrán salir a la calle en la noche más que en caso de una emergencia de máxima apremio, lo cual no debe alarmarnos, porque en tiempos como éstos, andar en la calle en horario nocturno y sin una necesidad imperiosa puede traer consecuencias lamentables en muchos sentidos, no solamente por el tema del coronavirus.
Este el momento para que las autoridades que nos gobiernan y que manejan los presupuestos públicos, piensen que con todas las restricciones que están poniendo para que no se expanda la pandemia ya deberían estar checando sus números, viendo las obras y gastos que no son prioritarios para poder atender las necesidades de las familias más desprotegidas.
No pasamos por alto que el gobierno se está ahorrando un mundo de dinero al desactivar las obligaciones que tradicionalmente han venido cumpliendo como parte de su función, hay muchos renglones donde se están guardando dinero, que sería bueno preguntar qué están haciendo con esos recursos.
Aunque seguramente nos dirán que le están aplicando en lo mismo, en atender las necesidades de salud de la población, pero un argumento de este tamaño, nadie se los va a creer; esto es algo que nunca pasó por nuestras mentes, después de que vivimos situaciones muy difíciles en los últimos años, pero lo que está sucediendo rebasa nuestra capacidad de asombro, cuando creíamos que habíamos llegado al tope de esa facultad.
Sólo nos resta cuidarnos porque si nos damos cuenta estamos solos en esta contingencia, el gobierno dice que hace por nosotros y vamos a intentar creerle, pero si lo estuvieran realmente haciendo ya habrían puesto un hasta aquí a sus lujos y gastos excesivos, como los viajes en vuelos particulares y el pago de cientos de guaruras para proteger a los funcionarios, mientras que el pueblo no tiene más recurso a la mano que encender una veladora y encomendarse a Dios.
Animo, que no hay mal que dure cien años… ni enfermo que lo resista.