A TAMBOR BATIENTE
El bloque de los gobernadores Insurgentes que se atrevieron a levantar la voz y tratar de arrinconar al presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, al paso de los días ha ido bajando el volumen de sus ímpetus.
Primero fue el Bronco de Nuevo León JAIME RODRÍGUEZ CALDERÓN quién se bajó del grupo de sus colegas para asumir una actitud prácticamente pacifista entorno a la cuarta transformación, el propio ENRIQUE ALFARO gobernador de Jalisco quién se atrevió a insinuar que los hechos vandálicos ocurridos en su estado se habian fraguado en los oscuros sótanos del Palacio Nacional de pronto hizo honor a esa frase típica de los tapatíos “los mariachis callaron” y de ahí en adelante, el resto de los gobernadores -todos ellos panistas- fueron moderando su actitud frente a las políticas económicas del ejecutivo Federal, una vez que entendieron que ponerse a las patadas con Sansón, no es la solución para que les den más dinero.
Por el contrario entablar un pleito en montón como pretendieron hacerlo en contra de un peso completo como AMLO, simplemente los expuso y los mantiene todavía en una posición bastante frágil.
Ya se les olvidó el proyecto de la nueva República, ya no están peleando con ese ahínco que los caracterizó durante varias semanas por un nuevo Pacto Fiscal Federal, ya no reclaman más dinero para la atención de la pandemia, en pocas palabras se palpa que se han ido domesticando, a tal grado que algunos de estos bajo diferentes argumentos se han ido retirando de los reflectores.
Llama la atención el caso del gobernador de Tamaulipas FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA que siendo uno de los más apasionados detractores de las políticas federales ya entró en un período de receso, que ahora se justifica con un contagio del coronavirus, que muchos y así lo expresan a través de las redes sociales, no creen que sea cierto.
Pero al margen de si está o no contagiado el gobernador del estado, lo que sí cierto es que ese brillo desbordante que lo colocó como cabecilla de la banda de gobernadores insurrectos se ha ido perdiendo al paso de los días y ya no se escuchan las arengas frenéticas que esgrimió para defender desde su punto de vista la situación económica de Tamaulipas y el bienestar de los tamaulipecos.
A la sociedad le queda claro que el choque no es el camino y que dadas las condiciones actuales más vale un mal arreglo que un buen pleito y si el caso termina en una rendicion como parece, lo que sigue podría ser… entregar la plaza.