A TAMBOR BATIENTE
Muchos se preguntan el motivo del odio que demuestra el titular de la COEPRIS en San Fernando JORGE LUÍS REYES SALINAS para actuar de la manera hostigante y abusiva como se está conduciendo con los comerciantes locales, aprovechando el pretexto de la cuarentena por la emergencia sanitaria.
El funcionario que llegó a ese cargo sin el menor perfil, porque se trata de un Contador Público –nada que ver con el tema de la salud- a los primeros días dio demostración de una prepotencia inusual. Totalmente diferente a la actitud de quienes lo antecedieron en el cargo y que siempre se mostraron comprensivos con el personal y tolerantes con el comercio local.
Pero hay quienes se marean arriba de una hoja de papel y ese parece ser el caso de este engreído personaje que concentra en estos momentos opiniones muy negativas en su contra, porque se ha atrevido sin una necesidad apremiante de por medio, a meterse con las causas más sentidas del pueblo.
A las restricciones oficiales de por si fuertes, REYES SALINAS las hace más desagradables, por la forma como trata a las personas, poniéndole un sello personal de prepotencia y coraje contra los comerciantes mas desvalidos.
Aquí se sabe que ha mandado disolver reuniones familiares con motivo de fallecimientos de algunas personas, que trae en jaque a ciertos negocios, mientras que deja que otros funcionen a sus anchas y en el colmo de los colmos, ha pretendido detener misas, acciones que le han redituado recordatorios maternales a granel.
Y tal parece que piensa que va a ser eterno en ese puesto, que como bien dijo por ahí reconocida ex panista, le quedó grande, porque desde hace días, en plena crisis económica provocada por la pandemia, está exigiendo a los propietarios de restaurantes las licencias sanitarias de sus empleados, es decir meseros, cocineros y ayudantes, sin tomar en cuenta que ese documento vale más de 500.00 pesos y que los negocios de ese ramo, se encuentran pasando por muy mal momento.
Todo indica que el funcionario se siente muy bien metiendo presión y temor a los comerciantes, pero si usted se fija, no se atreve ni a levantar la vista cuando pasa frente a las tiendas Oxxo con aglomeraciones de personas, sin cubrebocas y sin guardar la sana distancia.
Lo mismo ocurre cuando pasa por las tiendas SuBodega, Elektra y otros negocios no esenciales; o sea que el funcionario estatal, solamente se pone las botas con el comercio menor, ensañándose con quienes apenas sacan para comer, pero esto lo hace sentir bien; aunque algún día ya no estará en el cargo y no solamente el, sino que hasta sus más cercanos, sin deberla ni temerla, sabrán lo que es el desprecio social, que dicho sea de paso, “el peladito” se ha ganado a pulso, poniendo su mayor empeño.