Pescadores de la laguna madre en el municipio de San Fernando, evitaron este sábado el uso de redes de arrastre frente al poblado pesquero “Punta de Piedra”, por el daño que estos implementos causan, al matar huevecillos, larvas y especies de todas las edades.
Lo anterior ocurrió ayer cerca de las dos de la tarde, cuando pescadores de esa comunidad pesquera descubrieron a una persona de otro campo localizado en las cercanías, después que había colocado una red de arrastre, pese a tratarse de una herramienta prohibida, que mata en cantidades exageradas especies en estado infantil y larvario, lo que ha provocado que la laguna madre cada vez produzca menos.
Debido a la corrupción que existe entre las autoridades del ramo, en la laguna madre se utilizan cíclicamente artes de pesca que no están permitidas, lo que ya causó un fastidio total entre pescadores que si respetan las normas y que se han visto afectadas en sus ingresos por la depredación que causan los arrastres, redes de cientos de metros de longitud, que con la parte inferior matan a su paso larvas de pescados y camarones.
En un video tomado ayer en el momento en que el dueño de la res de arrastre fue obligado a sacarla del agua, se escuchan los reclamos de pescadores por el daño que causan a la producción pesquera y los débiles argumentos del infractor, quien finalmente no tuvo más remedio que sacarla de las aguas y retirarse del lugar,
Esta situación ha obligado a pescadores de Carbajal y Punta de Piedra a manifestarse en contra de los arrastres, sin embargo ya tiene tiempo que han cesado los operativos de la Comisión Nacional de Pesca –CONAPESCA-, en coordinación con la Secretaria de Pesca del Gobierno de Tamaulipas y la Secretaria de Marina –SEMAR- para decomisar este tipo de artes de pesca que causan un grave daño ecológico y que finalmente se traduce en un perjuicio económico para quienes practican la captura de productos pesqueros, para mantener a sus familias.
El uso de los arrastres en la laguna madre es visible por la cantidad de peces pequeños que mueren al ser atrapados entre las mallas, que al no tener ningún valor comercial, son tirados entre las aguas y cuyos cuerpos son arrastrados hasta la orilla del vaso lacustre, como una demostración de una matanza despiadada, que paulatinamente ha venido agotando la capacidad productiva, que décadas atrás era un ejemplo nacional.