A TAMBOR BATIENTE
El nivel de agresividad de las personas va subiendo de tono por el fastidio, incomodidades y perjuicios que está causando el aislamiento, tanto en lo mental, físico y económico, dando pie a un licuado emocional que se manifiesta en reacciones airadas, ante cualquier tema.
Puede ser entendible que después de no estar acostumbrados al encierro. Pero me parece que no es con respuestas y comentarios viscerales como se puede resolver lo que está pasando; por el contrario deberíamos hacer uso de nuestra mayor capacidad de resistencia, para no incurrir en conductas que estropeen la relación que tenemos con otras personas.
El tema del final de la cuarentena, que muchos sospechamos se alargará cuando menos dos meses más, es uno de los principales detonantes de batallas campales virtuales que se escenifican diariamente en las redes sociales, como una forma de desahogo de todo lo que traen guardado los protagonistas.
No estamos aprendiendo nada de esto; es el peor momento para estar discutiendo de manera estéril… ¿qué ganan con insultarse con personas que ni conocen, o que tal vez en cierto caso tengan trato social y cuya relación se desgasta, por un asunto que no está en sus manos resolverlo.
De apedreados a apaleados; con desgaste físico y mental… ¿les parece que es buen momento para enfrascarse en altercados inútiles?… ¿ o simplemente hay ganas de pelear?.
Ojo con esto, porque estamos caminando en un sentido inverso a la razón y la lógica: ojalá que cuando menos pronto permitan la reapertura de los templos, porque ante las condiciones en que estamos hacen falta los mensajes de amor al prójimo, que bien conocemos, pero que pasamos por alto, de tal manera que ya hace falta que nos los refresquen.