Ciriaco Navarrete Rodríguez
Según las propias palabras del presidente López Obrador, asegura que a su juicio el pueblo mexicano se ganó la medalla de oro por su esmerado comportamiento a lo largo del impacto nacional de la pandemia que está causando el COVID-19 y que, por fortuna, no nos ha hecho estragos catastróficos, y si bien es cierto que es innegable esa importante actitud popular, a mi juicio, hay una franca empatía con el trabajo realizado por los médicos y los científicos que a la cabeza del doctor Hugo López Gatell, a lo largo y ancho del país han sabido conducir con probado acierto las estrategias con las que se logró disminuir el impacto mortal de la referida enfermedad de cobertura mundial.
Lo anterior lo sustento en el innegable hecho de que toda sociedad necesita de una conducción apropiada y científica para alejarse de los errores peligrosos que causa toda pandemia y epidemia, y en su caso las enfermedades regionales, porque hay que tomar muy en cuenta que los pueblos necesitan ser guiados con acierto para no cometer errores, que en el caso señalado, pudieron ser altamente peligrosos porque pudieron acabar con la vida de muchos compatriotas, tal como ha venido sucediendo en otros países y regiones del mundo.
En el caso en comento, no tiene amplia cabida el paternalismo gubernamental, y tampoco el social porque, como ya lo dije, en todo caso al margen de la modestia presidencial, debemos reconocer que se da un empate real entre el presidente López Obrador, el grupo de médicos y científicos, y el pueblo de México.
Esa realidad debemos reconocerla como tal, haciendo a un lado la modestia a la que tácitamente hizo referencia el presidente López Obrador quien no pecó de envidioso y no quiso asumir como propia la estrategia nacional que le asignó las instancias ajenas a él, y sin embargo no han faltado las malas interpretaciones que los pocos compatriotas mal intencionados le han estado dando a las modestas intenciones presidenciales.
Las reflexiones anteriores nos permiten comprender la trascendencia real de los quehaceres públicos, cuyas interpretaciones con frecuencia son torcidas porque hay quienes anteponen sus intereses personales y hasta políticos y financieros que son manipulados por medio de la prensa tradicional y apátrida.
Independientemente de esa parafernalia interpretativa, todos los mexicanos, estamos obligados a entender y dar pleno seguimiento a las acertadas orientaciones y recomendaciones surgidas de los profesionales especializados como el doctor Hugo López Gatell, quien con todo acierto ha sabido explicar la magnitud de sus
conocimientos aplicados con elevada precisión a la correcta prevención y difusión de los peligros que implica la pandemia causada por el COVID-19.
En lo personal, y como educador y periodista de 79 años de edad, estoy muy interesado en evitar la confrontación entre los pensadores mexicanos, bien sean particulares, políticos, empresarios, académicos, y a todos por igual, los sigo convocando para que sus razonamientos no se salgan del universo de la protección de la salud y de la vida humana.
Es evidente que nadie podrá negar que nuestra vida es el más importante tesoro que debemos cuidar, no solamente para nuestro propio beneficio, porque jamás debemos pasar por alto la existencia de nuestros hijos y de todos nuestros seres queridos cuya vida tiene el mismo valor que la de nosotros.
El valor de lo antes dicho tiene carácter universal porque no existe ningún ser humano que se niegue a amar su propia vida en condiciones de normalidad conductual porque en ese universo debemos dejar al margen a las personas que con notoria anormalidad mental están convertidos en aniquiladores de la vida de sus enemigos, lo cual es un asunto diferente, que por cierto, sigue haciendo mucho daño tanto a la paz social como a la vida humana.
Otro de los razonamientos fundamentales que nos obliga a cuidar la vida humana son las criaturas inocentes que están en pleno desarrollo, como las niñas y los niños, los adolescentes y los jóvenes, quienes por su tierna edad no tienen conciencia plena del peligro que corre su propia vida como consecuencia de la maldad causada por los delincuentes.
Además es preciso señalar que dentro de las maldades cometidas por los seres humanos existe la perversidad que es usada como materia de enseñanza para distorsionar la conducta de las señaladas personas inocentes, y aunque quienes hacen daño a los vulnerables hasta por placer, hay personas tan insensatas que son capaces de inducir a la criminalidad y a la perdición social a sus propios seres queridos, a quienes explotan de muy diversas maneras totalmente reprobables.
El devenir de la vida humana tiene muchas facetas, las más de las cuales coinciden con las etapas de nuestra existencia y en muchos casos se debe a la difícil comprensión del comportamiento personal de las personas jóvenes y también de las mayores.
Es cierto que existe una clara evolución de la formación académica que se dan en los diversos países del mundo, la cual es el conjunto de valores académicos y científicos que a lo largo de la historia de la humanidad, a marchas forzadas, nos ha venido liberando de lo que bien pudiéramos llamar la bestialidad conductual de nuestros congéneres o de nosotros mismos, lo cual significa que la ciencia y la tecnología han permitido ampliar el eficiente desarrollo de la personalidad de los seres humanos, como educandos que somos, a lo largo de nuestra corta o prolongada existencia.
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