A TAMBOR BATIENTE
Los tiempos de “vacas gordas”, cuando los gobiernos resolvían de manera puntual, las necesidades más sentidas del pueblo, sin que nadie tuviera que exigirles el cumplimiento de los compromisos, hace un rato quedaron atrás; salvo obviamente, con las muy honrosas y contadas excepciones, que por fortuna todavía existen, para hacernos sentir que la esperanza no puede perderse.
Lo anterior significa que ante la incapacidad o falta de ganas por resolver situaciones primarias, que van en contra del bienestar del pueblo, a las sociedades no les queda más remedio que organizarse para crear estructuras paralelas a los gobiernos y desde ahí, resolver sus propias problemáticas.
Se puede escuchar extremoso el comentario, pero habría que voltear la vista hacia los servicios primarios que forman parte de las principales obligaciones de las administraciones, para comprobar que la basura, el alumbrado público, el suministro de agua, el estado de las calles y la seguridad publica entre otros renglones, presentan deficiencias exageradas y que en algunos casos ni existen.
Lo anterior pese a los millonarios presupuestos que se ejercen y que la sociedad no mira por ninguna parte, generando la idea de manejos que no están destinados precisamente al bienestar comunitario.
Ante este escenario, corresponde a la sociedad tomar las riendas de su propio destino; si los gobiernos son omisos o incompetentes, ha llegado la hora de sentar un precedente: reformatear el sistema y hacerse cargo de sus propias necesidades, con la idea de sentar las bases de un futuro más prometedor para las próximas generaciones.
En un ejemplo, imagínese San Fernando en las próximas décadas verlo igual o con un aspecto más deprimente, pese a estar montado sobre un enorme yacimiento de gas natural, fértiles campos donde se producen volúmenes importantes de granos, una ganadería de muy buena genética y con una laguna que produce la mayor parte del camarón, lisa y jaiba en el estado, entre otras especies que le generan reconocimiento nacional.
Piénselo ahora que hay tiempo por el aislamiento, sin echar culpas a nadie, con la mejor idea de un cambio para bien.