A TAMBOR BATIENTE
Desde su llegada a San Fernando, allá por el año 2008, la empresa Iberoamericana de Hidrocarburos –IHSA- pasó de ser una esperanza a una decepción; su arribo fue anunciado con bombo y platillo y los residentes de la región, vieron una especie de milagro para resolver el agobiante problema de la falta de empleos… y bien pagados, porque esa fama han tenido siempre las empresas petroleras.
En los primeros años IHSA realizó inversiones con sentido social en obras de pavimentación, drenajes y otros aspectos, lo que dio la idea que aunque se llevarían la riqueza natural del sub suelo, estarían dejando en San Fernando progreso, desarrollo urbano, además del beneficio para cientos de familias por la contratación de mano de obra local.
Pero el gusto no duró mucho… con diferentes motivos comenzaron los despidos y la supuesta responsabilidad social –tanto de IHSA como de PEMEX, que no es lo mismo- se hizo de humo; para no hacerla muy cansada, todavía no les acaban de pagar a los ejidos vecinos, todas las afectaciones que han causado.
Y de ganancia, nos han dejado: estar sentados en un barril de pólvora con un deposito gigantesco de litros de combustible en las instalaciones de IHSA a unos 5 kilómetros de la cabecera municipal, temblores que antes de la llegada de esa empresa aquí no se sentían y que tienen a miles de viviendas con grietas, derrumbes de pozos en los ranchos, contaminación de los cuerpos de agua y una xenofobia exacerbada contra los sanfernandenses, que se demuestra cuando traen personal de otras partes del mundo pagándoles jugosos sueldos, por labores que residentes locales pueden desempeñar con la mayor facilidad.
Para rematar, hace días trajeron de Reynosa a San Fernando a un empleado contagiado por el Covid 19, que convivió por varios días con sus compañeros de trabajo y que luego, en medio de una estúpida clandestinidad, trasladaron al sur del estado, sin informar a las autoridades sanitarias.
Así es señores… IHSA ha puesto en riesgo muchas veces y de maneras diferentes a la población, pero las autoridades locales celebran cuando obsequian baratijas, en lugar de darle a San Fernando, lo que realmente merece por toda la riqueza que extraen de sus entrañas.
De tal manera que hay que darle las gracias a la empresa ibérica, que al igual que en 1519 –hace 501 años- llegaron a las costas mexicanas ofreciendo a los indígenas collares de colores, espejitos y mediante el uso de la fuerza tomaron el mando del país y sus riquezas para la corona española.
Fue el Cura Miguel Hidalgo, quien a través de la lucha de independencia librada entre 1810 y 1821, quien logró liberarnos de ese yugo y quitarnos de encima a los advenedizos españoles, que en el colmo de la tirana, pretendían que la raza azteca reverenciara a su origen, llamándola “madre patria y que hoy, están de regreso en México, para seguir haciendo de las suyas, así como fue hace 500 años, repartiendo espejitos y cuentas de colores.