A TAMBOR BATIENTE
Aun con todo y lo angustiante de los tiempos actuales por el fenómeno de moda, al menos en San Fernando el buen humor de la población no se ha visto opacado, lo que no deja de ser un aliciente, sobre todo para aquellos que sienten la moral desplomada, porque piensan que el final de los tiempos, ya está sobre nuestras cabezas.
Hay un gran desgaste emocional principalmente entre la población de mayor edad, que por razones naturales, sienten que están –estamos- en las primeras líneas de salir con los pies por delante, de la problemática epidemiológica que azota a la humanidad.
Hay razones para pensar así, porque con el paso de los años, los sistemas inmunológicos se desgastan, las defensas se debilitan y hasta un resfriado común puede traer consecuencias fatales; así pasa siempre, lo que aunado a lo que se está viviendo, da margen para entender que el mundo se acaba todos los días… para los que van muriendo.
Pero además que los mexicanos nos distinguimos por una cultura centenaria de irreverencia a la muerte, en este San Fernando que destaca a nivel internacional por la locuacidad de buena parte de sus habitantes –antes que me la mienten, chequen primero lo que significa locuacidad- el Coronavirus no ha logrado abatir el espíritu festivo y desparpajado de sus habitantes.
Los redes sociales, hoy como nunca, aprovechando que hay tiempo se sobra, dan muestra de memes y frases que se han confeccionado con motivo de la pandemia y créame que la mayor parte, si provocan risas y hasta carcajadas.
Y cualquiera sabemos el alto valor nutritivo de las risas para el espíritu; se trata de agradables destellos producto de la inspiración de hombres y mujeres que en medio de la tribulación son capaces de contagiarnos con sus ocurrencias… y excelente que así sea.
¿Se imaginan que todos anduviéramos decaídos por lo que nos imaginamos que va a pasar, pero que todavía no sucede?.
Adelante con ese ánimo, que no decaiga la buena vibra, pero sin caer en la irresponsabilidad de no cuidarnos, porque al omitir las recomendaciones, a quien primero ponemos en riesgo, es a nuestras familias.
Que el gusto no se vuelva susto, pero así como el pesar se contagia, el optimismo también se transmite y se convierte en alegría; pensar positivo es una necesidad que requiere de entusiasmo y tenemos que mantener la actitud muy en alto.
No vamos a llorar antes que nos peguen; vamos a infectarnos con ese ingenio, viendo la vida con esperanza, conscientes que tenemos que mandar ejemplos que les sirvan a otros, para salir del pantano mental en que se encuentran… que no se apague la lumbre.
Si no podemos vernos las caras porque estamos a resguardo, hagamos que nuestros amigos y contractos gocen de una válvula de escape riendo de nuestras ocurrencias, a todos nos hace falta exhalar un desahogo en el encierro, que para muchos es insoportable.
Viva el ingenio de nuestro pueblo y esa locuacidad que es una etiqueta de San Fernando; si ante la contingencia somos capaces de reírnos, la misma adversidad nos sacará la vuelta, porque entenderá que no somos un campo propicio para sus fines.